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jueves, 22 de octubre de 2009

Ventajas Comparativas vs Ventajas Competitivas


En los últimos años se ha discutido abiertamente como volver a lograr los niveles de crecimiento alcanzados por Chile entre 1986 y 1997. Se ha mencionado por muchos actores el pasar a una nueva fase exportadora como el mecanismo para lograrlo, sin explicitar en qué consiste tal “nueva fase” ni como alcanzarla.

Hace un par de días analizaba con alumnos de 6º año de Ingeniería Industrial de la Universidad Adolfo Ibáñez el caso de las exportaciones frutícolas de Chile desde la década de los años 60 a los años 90. Si se analiza detalladamente tal proceso, se hace evidente la presencia de un fenómeno de desarrollo innovador postulado por Schumpeter *1 en los primeros años del siglo XX. Este proceso sería iniciado por un conjunto de emprendedores pioneros que, haciendo uso de un elevado stock de tecnología no empleada a la fecha, son capaces de lograr romper un equilibrio recesivo de la época anterior. En el caso de las exportaciones frutícolas, esto se logró gracias a la incorporación de diversas tecnologías, importadas directamente de California con adaptaciones locales, que generaron elevadas ganancias para los productores y exportadores pioneros a contar del año 1974 en adelante. Estas elevadas ganancias también fueron predichas por el modelo de Schumpeter.

De acuerdo a este mismo modelo, a continuación de los innovadores pioneros vienen los innovadores imitadores, que debido a que entran tarde a la industria obtienen utilidades pero en niveles menores a los innovadores pioneros, empleando para ello un menor stock de tecnología no explotada, ya que parte importante de esa tecnología ya fue utilizada por los innovadores pioneros. Esto corresponde a la segunda oleada de exportadores de fruta de los años ’80. La tercera etapa, siempre de acuerdo a Schumpeter, es la de los seguidores no innovadores, que entran muy tarde a la industria, que tienen disponibles niveles cada vez menores de tecnología no explotada y que logran utilidades marginales respecto a las anteriores. Esta etapa, en el caso de la industria frutícola exportadora, es la correspondiente a los tardíos años ’90.

El modelo de Schumpeter postula entonces un estancamiento recesivo, con crecimientos económicos vegetativos y sin nuevas ideas capaces de dinamizar la industria.
Como se puede apreciar, existiría una estrecha relación entre la realidad de la industria frutícola exportadora y el modelo de Schumpeter. Esta misma coincidencia entre la teoría y la práctica la podemos observar en la industria de los salmones, el vino, la madera, la harina de pescado, e incluso el cobre. La pregunta entonces es ¿cómo romper el actual estancamiento recesivo producido por el agotamiento de las ideas innovadoras, la ausencia de nuevas tecnologías disruptivas y las materias primas inadecuadamente explotadas?
Si se observa el conjunto de industrias a las cuales me he referido, todas ellas responden a la explotación de ventajas comparativas: sacar provecho de aquello que se tiene en mayor abundancia que el resto o a lo cual el resto, por diversos motivos, no tiene acceso.

¿Qué hacen las empresas cuando carecen de ventajas comparativas para poder competir? ¡Desarrollan ventajas competitivas! Estas, a diferencias de las comparativas, se basan en capacidades creadas, en formas innovadoras de explotar tecnologías, conocimientos, información, espíritu innovador, materiales modernos.

La semántica del problema no es menor. Las ventajas comparativas son, como dicen los economistas, “maná del cielo”, algo que la naturaleza o el entorno concede sin pedir nada a cambio, que a priori orientan las industrias y los mercados en los cuales se debe participar. Por el contrario, las ventajas competitivas se forjan “a pulso”, se crean mediante el esfuerzo sostenido, la planificación de largo plazo, la elección explícita de mercados e industrias en los cuales competir y en los cuales no competir, la inversión de importantes recursos en crear capacidades humanas y materiales para competir con expectativas de largo plazo. Sus máximos exponentes en el concierto internacional son Japón y Corea del Sur, los cuales, sin contar con ventajas comparativas, se han esforzado por décadas en construir capacidades competitivas duraderas basadas fundamentalmente en el desarrollo tecnológico, la industrialización y la innovación. Si Finlandia hubiera continuado basando su desarrollo económico en las ventajas comparativas que poseía (madera, cobre y otros minerales) nunca hubiera logrado los elevados niveles de ingreso per cápita que actualmente exhibe.

Teniendo en cuenta que a nivel nacional la gran mayoría de las ventajas comparativas ya han llegado a niveles máximos de explotación, lo único que no queda es desarrollar ventajas competitivas para seguir creciendo.

Si miramos las industrias en las cuales los países desarrollados basan su competitividad internacional nos encontraremos con las siguientes:
• electrónica y semiconductores
• biotecnología (alimentos, medicamentos)
• industria automotriz
• industria de defensa
• automatización, robótica e informática (software)
• telecomunicaciones (satélites, fibra óptica, telefonía celular)
• reciclaje (casi 100% de aluminio en EE.UU.)
• aeronáutica y astronáutica
• energía nuclear (Francia 80%, Japón 70% de su producción eléctrica)
• petroquímica
• ingeniería civil de grandes proporciones
• materiales sintéticos
• protección, preservación y remediación medioambiental
• nanotecnología

Si se compara la posición relativa de Chile en cada una de estas industrias, se comprobará que en la gran mayoría de ellas estamos a cerca de 40 o 50 años de distancia, o incluso más, de los países desarrollados. Se comprueba asimismo que tanto los servicios como las industrias basadas en la explotación de recursos naturales se encuentran ausentes de la lista. Lo otro es que en su totalidad se basan en conocimiento científico y tecnológico de la mano de las diversas ramas de la ingeniería, las matemáticas avanzadas, la física y la biología.

¿Qué debemos hacer como país a partir de todo esto?
- A nivel de gobierno se debe elegir, si, ¡elegir tal como eligen las empresas!, de esta lista un pequeño grupo de industrias en las que centrar el desarrollo económico futuro de largo plazo del país.
- Establecer líneas de financiamiento universitario discrecional que fortalezcan la capacidad técnica, ingenieril y científica del país en tales industrias.
- Crear incentivos de impuestos para aquellas empresas que realicen investigación y desarrollo en tales áreas industriales .
- Crear incentivos de impuestos para aquellas empresas que produzcan bienes relacionados directamente con las industrias seleccionadas.
- Crear incentivos de impuestos para aquellas empresas que exporten bienes relacionados directamente con las industrias seleccionadas.
- Otorgar premios, reconocimientos públicos e incentivos a los técnicos, ingenieros y científicos que se destaquen en la investigación y desarrollo de tecnologías y conocimiento relacionado con tales industrias.

Implícito en esta propuesta está el hecho de reconocer que el desarrollo económico no es el resultado de la casualidad, que alcanzar tal meta exige la elección de objetivos sucesivos de largo plazo, hacia los cuales se logra llegar mediante la asignación priorizada y selectiva de recursos en cantidades significativas, y mediante el esfuerzo coordinado y sostenido de todo el estamento productivo del país. Para lograr esto es necesaria una política de Estado explícita y decidida hacia la industrialización moderna, que deje de lado las ventajas comparativas y reconozca en las ventajas competitivas creadas la única alternativa para el crecimiento económico de largo plazo del país.
Por: José Maldifassi
Universidad Adolfo Ibañez (Chile)
Facultad de Ciencias y Tecnología.


N.E.: *1 Joseph Alois Schumpeter (Triesch, Moravia, 8 de febrero de 1883 – Tacones, 8 de enero de 1950),economista austro-americano, ministro de Finanzas de Estados Unidos entre 1919 y 1920. El principal aporte de Schumpeter es la concepción cíclica e irregular del crecimiento económico, desarrollado en 1911 en su Theory of Economic Development ('Teoría del desarrollo económico'). En ella recoge su teoría del “espíritu emprendedor” (entrepreneurship), derivada de los empresarios, que crean innovaciones técnicas y financieras en un medio competitivo en el que deben asumir continuos riesgos y beneficios que no siempre se mantienen. Todos estos elementos intervienen en el crecimiento económico irregular.

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